En el segundo día de audiencia del histórico juicio que por primera vez en Guatemala juzga los delitos de violencia sexual, esclavitud sexual y esclavitud doméstica, cuatro testigos narraron cómo varias mujeres fueron violadas sexualmente por soldados en los destacamentos Las Tinajas, Pataxte y Sepur Zarco, ubicados en El Estor, Izabal en 1982. Los testigos también señalaron al excomisionado militar Heriberto Andrés Valdez Asig y al coronel Esteelmer Francisco Reyes Girón como personas con poder y quienes mandaban para que se cometieran los actos atroces contra las mujeres, hombres, niñas y niños.
“Yo lo viví. Lo sufrimos mucho. Nos fuimos a refugiar en la montaña porque en esa época los soldados llegaban a las comunidades para llevarse a la gente. Teníamos tanto miedo que nos fuimos a la montaña a escondernos”, narró Petrona Choc Cruz de 75 años. Doña Petrona explicó al Tribunal de Mayor Riesgo A, con voz firme, cómo en 1982 y 1983 el ejército los persiguió en la montaña a ella, a su esposo y a sus cuatro hijos que aún eran niños pequeños. “Cuando nos agarraba la noche en la montaña nos envolvíamos con nailos”, contó.
La constante persecución y las ejecuciones de varios de sus integrantes por parte del ejército obligaron a las mujeres, hombres, niñas y niños pequeños, a salir de la montaña. La testigo declaró que su esposo, Manolo Mes Chub, fue asesinado por los soldados cuando salió a buscar comida con cinco personas más. Por esa razón:“De la montaña fuimos al destacamento (Sepur Zarco) para entregarnos. Allí nos arrodillamos y pedimos perdón para que nos dejaran entrar”, contó doña Petrona Choc.
La sobreviviente narró cómo ella y otras mujeres fueron forzadas a cocinar y lavar la ropa de los soldados: “Nos tocaba limpiar arroz y frijol y cocinar unas grandes olladas. Ahí nos violaron. Nos decía que ya nadie iba a preguntar por nosotras”, recordó. También dijo: “Nos violaban después de bañarnos, un hombre gordo era el primero, después venían otros menuditos”. Candelaria Mes Choc, hija de doña Petrona, también fue violada sexualmente por los soldados en el destacamento de Sepur Zarco.
Represión a la lucha por la tierra
Los cuatro declarantes dijeron haber sido perseguidos, atacados, detenidos y obligados a permanecer en el destacamento de Tinajas, Pataxte y posteriormente en el de Sepur Zarco y en sus alrededores, porque estaban haciendo trámites para legalizar sus tierras. “Se enojaron con nosotros porque estábamos legalizando un lote en Sepur Zarco”, recordó doña Petrona Choc.
Santos Be Xol, uno de los testigos, relató como la señora Manuela Tiul y otras mujeres fueron violadas en el destacamento de Pataxte. “Doña Manuela me contó que fueron violadas varias mujeres”, contó don Santos.
Manuel Ical también narró al Tribunal cómo debió escapar con su familia y vecinos de su comunidad porque los soldados se llevaron a varios hombres al destacamento de Tinajas; tres de ellos nunca volvieron y no supieron su paradero. “Ahí empezó nuestra angustia porque no sabíamos qué estaba pasando”, dijo don Manuel.
Las vejaciones y abuso cometidos por los soldados, se repite en la historia de don Mariano Caal. Al igual que don Santos y don Manuel, fue forzado por los soldados a construir el destacamento Sepur Zarco. En ese tiempo, don Mariano fue testigo del trabajo forzado al que varias mujeres fueron sometidas por el ejército: “Yo no estuve detenido, pero cuando trabaje para ellos miraba a las mujeres tortear y preparar arroz y frijol. A ellas no solo les mataron a sus esposos, sino que después las torturaron de esa manera. Fue injusto”, lamentó don Mariano.
Los testigos dijeron que quien dirigía a los soldados se llamaba teniente Reyes. Además, contaron que el Canche Asig (Heriberto Reyes) siempre tenía una lista en la mano y quien aparecía ahí era capturado.
En la apertura a juicio realizada el 1 de febrero de 2016, representantes de la Alianza contra el Silencio y la Impunidad, de la cual Mujeres Transformando el Mundo (MTM) forma parte, aseguraron que el proceso que se desarrolla para juzgar crímenes contra los deberes de la humanidad, es una oportunidad para Guatemala y el mundo, para hacer justicia.
Por Equipo de comunicación